lunes, 9 de marzo de 2015

Sima Begoña

Espectacular visita a la Sima Begoña, en la zona de Alameda, Málaga. 
La sima tiene una entrada tortuosa, con varios fraccionamientos, para después entrar a una enorme bóveda en un rápel en volado de unos 20 metros o más. ¡Espectacular! ¿Cómo es posible que de una entrada tan estrecha... se acabe en una oquedad de semejantes dimensiones? ¿Quién se creería semejante engaño, que el firme suelo que pisas no es más que una fina capa en lo alto de un vacío de decenas de metros...?

No hay palabras para describir lo que hemos visto y lo que hemos compartido juntos. La frase que más se ha escuchado a lo largo de estas horas de exploración ha sido: "¡Esto es flipante!".
Además, aprovechamos para darle caña a las cámaras y nos hemos hartado de hacer fotos, más de 400.



¿No os pasado alguna vez que después de dos horas de un buen peliculón, os decís al terminarla: "es que esta peli es tan buena, tan buena, que la vería otra vez ahora mismo"? Pues yo te digo: Es que flipamos tanto en la cueva, que yo ahora daría lo que fuera por ir ahora mismo para allá, otra vez, ¡cuando hace menos de 24 horas estábamos todavía alli!


Me vienen a la cabeza muchas preguntas mientras exploramos la Sima Begoña. Aunque íbamos en tono festivo y no han faltado las bromas en la aproximación a la sima, una vez dentro se hace el silencio. Nos hemos vistos poseídos de una fascinación tan grande que nos hemos visto obligados a callar y a alucinar. Y a dar gracias a un Dios que guarda estos misteriosos secretos para solo unos elegidos.



 Dentro de la sima tenemos especial cuidado en no modificar el trascurso natural de formación de algunas estructuras que se ven especialmente activas, como estas especies de "huevos fritos" que parecen dotados de vida. ¿Quién no los compararía a unas deliciosas yemas de san Leandro?






Espectacular colección de burbujas y corales que asoman por doquier en Sima Begoña.




En una de las oquedades con menos pronóstico dentro de la sima, allí se metió Mateo en una insaciable búsqueda de tesoros... y lo obtuvo. En mi opinión, la gran maravilla de la sima se encuentra al final de este recorrido. No hay palabras, ni fotos... para describir el sentimiento de belleza que nos sobrecogió cuando, sin esperarlo, llegamos a esta sala...


Estoy convencido que algunas de estas formaciones habrían "colado" en una feria de repostería en la que estuve recientemente. Exactamente igual que esas fuentes de chocolate derretido que fluyen en un constante retorno... Pero unas columnas de casi dos metros de altura... o más.



Una de las pensamiento que más me embargó era el capricho de estar nosotros (¿por qué nosotros?) en ese terreno virgen donde solo unos pocos habían logrado entrar: ¿será posible que estos tesoros estén aquí, tan peligrosamente expuestos, para que cualquier insensato que venga sin cuidado destruya en un minuto lo que la Naturaleza ha tardado millones de años en formar? Me cuesta creer que alguien que ha visto semejante belleza no se sienta obligado a protegerlo, pero no lo sé. "Hay que gente pa tó".



Que haya una de estas formaciones ya es un milagro, pero ver tantas juntas... ¡Menudo regalo para la vista!



Reconozco que siento una especial debilidad por las estalactitas... Qué pena que no hiciéramos más fotos de estas increíbles formaciones donde tan fácilmente se puede entender su origen.




¡Flipante!